12/22/2023

Número 121

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 NÚMERO 121 AÑO XV

Enero, 2024

 

RETOMAR EL ESTILO DE PUEBLO 

al que Dios condujo con brazo poderoso




Estamos atravesando un desierto. Por de pronto, hemos de ser conscientes de que lo que estamos pisando con nuestros pies descalzos es la arena de un desierto. Nuestros pies pisan la menuda arena dorada del desierto. Arena es lo que pisamos. El aire que nos flagela nos araña el rostro con los punzones agudos de una arenilla que no es otra cosa que el cortante fino polvo del desierto.

Vivimos una época sin alegría, sin dinamismo, sin vitalidad como españoles y como cristianos. El Moisés que iba delante de nosotros se nos ha perdido, no lo vemos, sospechamos que se haya subido al monte Horeb. No sabemos. Extendió tiempo atrás su vara de líder y pasó a pie enjuto el Mar Rojo delante de nosotros. Pero, desapareció. Era nuestro Moisés, el de turno, el que merecíamos.

En su defecto, soportamos hoy liderazgos democráticos, burocráticos, legales, pero aburridos, despojados de toda gracia y sindéresis, infantiles, ridículos, cómicos, deleznables, miserables, corruptos...

Y eso lo soportamos nosotros los que teníamos a gala el ser hombres de honor, patrimonio del alma, de la grave dignidad, caballeros cristianos, mitad monjes, mitad soldados: integrantes de las huestes del Cid Campeador, herederos de los RR. CC. y seguidores de Carlos el Emperador. Nuestro orgullo de antaño está hogaño por los suelos. Sigue siendo nuestro firme seguro, aunque hoy, al pisar, nos hundamos en la arena del desierto.

Necesitamos con urgencia intelectuales que asuman la obligación de regir la marcha de nuestras sociedades: nuevos Moisés que lideren la Cultura, hagan marchar a la Escuela, oficien la liturgia de Dios Padre Todopoderoso y salven a nuestra sociedad civil.

 

 

Nuestros nuevos Moisés (por de pronto, el que llevamos cada uno de nosotros dentro) han de bajar del monte Horeb y nos han de hablar del Dios que hoy nadie invoca mientras cruzamos el desierto que cruzamos. Su voz de mando intelectual tiene que volver a sonarnos como voz de Dios para que volvamos a la alegría, al dinamismo y a la vitalidad que merecemos como pueblo a quien Dios condujo con brazo poderoso, introdujo en unos siglos que manaban leche y miel, y sigue siendo pueblo a su servicio, ahora renqueando cansino desierto adelante.



   💥MAGISTERIO💥


💥MAGISTERIO💥




     DIDÁCTICA


       DE NUESTRA ESCUELA  


                                                

    En nuestra Escuela, con Juan Amós Comenio,

entendemos por Didáctica:

"el artificio fundamental para enseñar todo a todos,

enseñar con solidez, no superficialmente,

no con meras palabras"

 

            (13) ¿PARA QUÉ EDUCAMOS?


Para un gran horizonte


El concepto que profesamos sobre la educación de ninguna de las maneras para nosotros habría de ser estrecho y corto de vuelo, sino dilatado y de cielo abierto.

Hubimos de empezar por afirmarnos que no sabíamos bien qué hay dentro de cada uno de nosotros mismos. No lo sabíamos ni lo sabemos. Las posibilidades del hombre tampoco las sabremos sino con el transcurso de muchos siglos, no se agotarán hasta su final. Nosotros no solo heredamos de los que fueron sino que somos puente y patrocinadores de los que han de venir. De estos somos previsores y proveedores.


El hombre no es solo el hombre que es hoy, sino el hombre que fue en Mesopotamia, en Egipto, en Grecia, en Roma y en la América española y que será en el futuro sobre la Tierra y avecindado en la Luna y en Marte y quizá más allá. Ante los ojos de Dios lo que el hombre fue hace quinientos mil años, lo que hoy es y lo que será dentro de siglos y siglos forma una unidad. Somos herederos y, a la par, testamentarios de esta idea fundamental del hombre. Nada menos. Nuestra responsabilidad es enorme. Habremos de tomarnos esta consideración muy en serio.

Ante nuestros alumnos vivos y presentes hoy tratamos de tomarles el pulso y entender lo que el hombre es, lo que nuestros alumnos significan, sus posibilidades de hace diez mil años atrás y las que tendrán dentro de otros diez mil años. No pasamos de ser un eslabón de esta cadena, pero la responsabilidad nos sujeta a ella como herederos y a la vez testamentarios de este concepto, de esta idea fundamental del hombre. En cada eslabón se cumple la plenitud del tiempo para cada hombre.

Educamos para este horizonte.

CUR

Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio

Emérito UCJC


                 

Apuntes que tomamos cuando éramos estudiantes

 de la Escuela de Magisterio (1961 y ss.)

y conservan su nervio o lo depuraron.


13 LO SAGRADO Y SU GLORIA


La intuición de lo sagrado es una intuición cercana a la intuición estética. (Ver “Gloria. Una estética teológica” de Hans Urs von Baltasar. Ed. Encuentro. Siete volúmenes. Madrid, 1986).


En ella se preguntaba el pensador suizo cómo es posible que los teólogos no se hayan dado cuenta de que los términos “Belleza” o “Hermosura”, con inicial mayúscula, han sido los más característicos que atribuir a Dios en la tradición del pensamiento cristiano. Sin salir de los clásicos españoles, no hay más que asomarse y leer a San Juan de la Cruz, a Fray Luis de León, al padre Nieremberg.

Y señalando como carente y estrecho de miras al pensamiento occidental después del Racionalismo, se preguntaba qué han sabido hacer de la belleza Descartes, Kant o Hegel.

El estrechamiento de perspectivas filosóficas que hemos vivido a partir de Descartes ha repercutido mortalmente sobre la teología y la experiencia religiosa, que se han quedado en la ley, en el dogma, en la tradición y no han sabido qué hacer con lo esencial: la “Gloria” de Dios, la “Hermosura” que esa Gloria crea en Cristo y en todo hombre”.

Efectivamente, como apunta von Baltasar, Dios es Ser, Verdad, Bien, Poderoso, pero en primer lugar  en la historia de Occidente aparece como Divina Majestad, Gloria (en hebreo Kabod y en el griego del NT Doksa), Santidad, Belleza.

La teofanía de la Gloria de Dios está pidiendo una estética teológica cuyo objeto sea la Belleza de Dios que se manifiesta y revela. El hombre puede rastrearla e intuirla en las cosas y en sí mismo, donde podrá advertir y encontrar las huellas de la Divinidad que descubre dentro de él y encuentra en las cosas (”Y yéndolas mirando /  con sola su figura / vestidas las dejó / de su hermosura”, San Juan de la Cruz)

CUR

Maestro. Profesor de la Escuela de Magisterio La Salle

 Emérito UCJC



      (IX) LO QUE APRENDÍ EN LA SALLE          

     Pedagogía que me ha marcado de por vida


                      Nos enseñaron  a ser libres e independientes 

como los pájaros de Dios


Es curioso que entre los escritores que nos dejaron constancia de sus años de estudiantes los equilibrados, como Azorín, hablen bien de los profesores de su centro de estudios, y los más o menos atrabiliarios, como Pío Baroja, renieguen de su mala fortuna y de los profesores que les tocó en suerte.

Pero, por otra parte, no es difícil de constatar que hay centros que presionan e imponen a sus alumnos determinada ideología. Entre estos nunca se encontraron los de las EE.CC. A los colegios de La Salle les caracterizó siempre su aire liberal y la independencia.

El testimonio de Miguel Delibes puede tener particular peso por su categoría de hombre, también de cazador, y desde luego de pensador y literato consagrado. Escribió Miguel Delibes sobre su Colegio de Lourdes de Valladolid: “Yo entonces iba a los “baberos”, que era un colegio que estaba bien –después fueron mis hijos y ahora van mis nietos-, porque no trataba de imprimirte carácter ni de distinguirte sobre los demás; no aspiraba a hacer muchachos distinguidos, sino muchachos prácticos y laboriosos”. Esto, en una ocasión. En otra, que en 1984 se le pidió un juicio de valor sobre la educación que su Colegio daba en su tiempo a los alumnos: 

En el colegio de Lourdes se “respetaba la personalidad del alumno y basaba su educación en el conocimiento y la individualización de aquel. Lourdes, a diferencia de otros colegios, no aspiraba a uniformar por fuera ni por dentro. De ahí que los exalumnos de Lourdes guardaban hacia el colegio un afecto controlado y leal, lejos de los extremos  -veneración enfermiza o abierta hostilidad- que  suelen distinguir a los ex alumnos de otros colegios que intentan poner un sello de distinción a sus colegiales”.

Así como se da el caso de “curas rebotados”, se da igualmente el de los educadores que terminan renegando de sus alumnos y de las filas docentes en las que militaron, “docentes rebotados”. Esto no pasa en La Salle. No hay un solo caso, ni entre profesores del montón (¡libres como pájaros!), porque no se les uniformó ni por fuera ni por dentro, como dice Delibes.

Cierto aire de desuniformados y despeinados tenían fama en mi tiempo los estudiantes de distintas Universidades españolas llegados a ellas de colegios de La Salle. Lo vi y lo oí comentar, seguro que con alguna razón.

De mí puedo decir que nadie me intentó colocar ningún uniforme que me iniciara en el gregarismo. Viví y actué de ordinario como profesor bastante a mi aire, importándome más las metas y los fines que la corrección académica de la sociedad educativa en la que servía. No me importó tener 76 alumnos de 7 años en una clase si, como entonces era posible, solo me ocuparía con ellos de que sus manos y ropa estuvieran limpias, de los modales educados, les enseñara a leer, hacer caligrafía, cuentas y cuentas, calculo mental, algunas narraciones de la Historia de España y de la Historia Sagrada, el catecismo y nada más.

Tampoco me importó empezar mis clases de lengua y literatura en Preuniversitario o COU en el SEK diciendo a mis alumnos que lo único que les iba a enseñar en todo el curso era a leer. Y lo lograba.

Sin reparos y con total libertad, a mis alumnos hispanoamericanos les cambiaba los autores españoles por los de su tierra… De llegar una inspección, argumentaría, que eso también me lo enseñaron.

Vamos, que ¡libre como los pájaros! Fruto de La Salle.

Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio


Centro Superior de Estudios Universitarios


              Griñón-Aravaca: 75 años de vida



El final del año 2023 termina- también- con una celebración de neto sabor lasaliano: los 75 años de la creación del Centro Superior Universitario de Aravaca, que nació en Griñón como una esperanzadora Escuela de magisterio en 1948. La celebración de las llamadas Bodas de Platino, el jueves 14 de diciembre, ha cerrado algunos actos que, a mi modo de ver, no han tenido mucho relieve. El acto que, según el propio centro cerraba la conmemoración, ha tenido el relieve, dentro de la brevedad, que suelen tener estas efemérides. Comenzó el H. Visitador del distrito ARLEP quien agradeció vivamente a los asistentes no sólo la presencia en este acto, sino la opción, desde sus orígenes, por la pedagogía de La Salle en Griñón y en Aravaca.

La memoria plural


El acto comenzó con una mesa redonda en la que varios de los exdirectores tomaron la palabra y rememoraron los tiempos de la dirección de cada uno. Fueron los tiempos que van desde la celebración de los 50 años hasta hoy. A las preguntas de un improvisado periodista fueron exponiendo las experiencias vividas en los años de finales del siglo XX y de comienzos del XXI. Como es propio, cada uno fue desgranando el contexto cultural y pedagógico de esos años , las necesidades de la Escuela (luego elevada a la categoría de Centro Universitario) y las respuesta a las mismas, la evolución experimentada, los cambios nacidos desde dentro y desde fuera (exigencias de los cambios políticos), la creatividad mostrada a lo largo de su evolución, la pedagogía y, algo señalado por todos; la creación de un ambiente específico y especial que, también todos, calificaron como propio y característicos de La Salle: un ambiente que más de uno calificaba como próximo a “una gran familia”. Todos también dejaron constancia de las grandes líneas de la pedagogía, tanto en el ámbito de la investigación como en el desarrollo de la enseñanza y de los grandes logros didácticos. Unos temas amplios para cuyo desarrollo hubiera sido necesario más tiempo.


Algunos antiguos alumnos


El lenguaje, así como el medio de expresión, cambió cuando se dio paso a un grupo de antiguos alumnos, que fueron respondiendo -mediante el lenguaje audiovisual- a la pregunta acerca de “la huella” que el paso por el Centro Superior dejó en ellos -mayormente ellas- en sus años de estudio. Sin pretenderlo hubo una curiosa coincidencia en las respuestas. La huella -sin olvidar la marcada por la calidad y hondura de los estudios- expresaba el cultivo de una rica dimensión personal, el clima creado en las aulas y fuera de ellas, la presencia de valores que iban más allá de los programas curriculares. La dimensión afectiva -el citado clima “La Salle”- como característica y como huella fue una respuesta unánime de las alumnas de los años de comienzos de este siglo XXI.



Los antiguos docentes

Un tercer panel lo formaron media docena de antiguos profesores o colaboradores directos en la docencia y en otras actividades. Llamó la atención, también e este caso, la coincidencia del lenguaje, la frecuencia de expresiones y términos que calificaban de manera bastante próxima la experiencia docente; una de ellas, que me llamó la atención, fue la vivencia de una especie de paradoja del profesor: ha sido muy intenso y frecuente el aprendizaje de los profesores, la asunción de experiencias personales y profesionales “aprendidas” de los propios alumnos. Y también, preguntados por la huella que en sus vidas actuales ha dejado el Centro Superior, dijeron que ha sido la impronta lasaliana, el “carácter La Salle” que es fácil vivir y asumir por quien ha participado del ambiente del Centro Superior.

El acto terminó con unas palabras del director y de un acto simbólico: guardar en un cofre símbolos de cada una de las secciones del Centro universitario, como memoria de esta fecha y de este acto. Luego se repartió una medalla conmemorativa y se terminó el acto con un vino español y un ágape en la cafetería del Centro.

El encuentro de los mayores revivió ricas experiencias del pasado. Y los más jóvenes… quedaron a la espera de poder celebrar el centenario de nuestra querida Escuela de Magisterio, hoy un espléndido centro universitario.

Teódulo GARCÍA REGIDOR

Profesor del Centro Universitario La Salle



 💥ESTILO💥       💥ESTILO💥




AZUCARAR LA VIDA


Para el Diccionario de la Real Academia azucarar la vida es endulzarla o suavizarla para que no resulte tan áspera o dura”.

Los tiempos, con frecuencia, son ásperos y empinados. Lo son, lo serán. Hay que azucararlos adecuadamente.

Es lo que consigue el azúcar por donde pasa a tiempo y con mesura.

Es de los pocos objetos a los que damos nombre ambiguo. No nos basta con que sea femenina, azúcar blanquilla, sino que la decimos, señalando la misma perla, azúcar blanquillo, y, sin salirnos de la más rigurosa corrección gramatical, lo mismo decimos azúcar moreno que decimos azúcar morena. Es como si piropeásemos al azúcar, por ser pura abundancia y lo hiciéramos en reconocimiento de su exuberante bondad masculina y femenina.

Conocemos los lugares tan distintos de los que proviene. La buscamos y la encontramos en la caña dulce, en la raíz de la remolacha y en varios vegetales.

Se vende en los supermercados, en los que ocupa un buen espacio, amontonada en bolsas de kilo. Acompañada de una cucharita está presente a la hora del café de sobremesa, es una reina en las pastelerías, no se la ve, pero palpita dentro del chocolate, en los caramelos y en muchas frutas, como los higos y las uvas.

Sabemos que con ella se elaboran objetos tan lejanos y extraños a su dulzura como algunos insecticidas y diversos productos farmacéuticos y fotográficos.

Porque todo hay que decirlo, a ratos es mala y se queda escondida entre los dientes y muelas de los golosos, para ruina de su dentadura.

Ser de mieles una cosa se dice para afirmar que es “gustosa, suave y agradable”.

Sin pasarse, porque “si te haces miel te comerán las moscas”, por nuestra parte, llevemos azúcar a la vida de los nuestros, seamos de miel, hoy y mañana, siempre, y cumplamos con la vida y con el Diccionario de la Real Academia: “endulzarla o suavizarla para que no resulte tan áspera o dura”.






         EL ESTILO EN NUESTRA ESCUELA (IV)




El estilo ardiente y combativo de nuestros alumnos


🔆🔅 Hay dos cualidades que siempre acompañan el estilo de los alumnos de nuestra Escuela. De él se predicarán excelencias. Entre ellas, hoy citamos dos: el suyo es un estilo ardiente y combativo.
🔒🔔 Tanto es así que, a ratos, cuando veáis que teclean sus ordenadores la danza de sus dedos sobre los teclados os parecerá que más que alumnos estáis en presencia de guerreros de un campo de batalla digital. Les mueve el triunfo a la vista, que siempre termina llegando para ellos.
🔆🔅 El aula que ocupan bulle como una caldera a ritmo lento, en ocasiones; a paso ligero, en otras, y a recias marchas esforzadas casi siempre. Cuentan siempre con la Academia, pero la rutina académica no va con ellos.
🔒🔔 Le lanzan flechas al corazón mismo de la ignorancia ambiente. 
🔆 Sus apuntes son mapas secretos que dibujó la audacia con el coraje de un pirata y la precisa disciplina militar de los mejores legionarios que en lejanos tiempos tuvo Roma y fue habitual en los gloriosos tercios españoles de Flandes.   
🔒 Son niños, adolescentes o jóvenes en los que arde un fuego de fragua que dobla y moldea -yunque y martillo- el hierro del más duro aprendizaje. Nada se les resiste.
🔔🔔 Cuando el profesor les habla, si lo hace desde el estilo del magisterio nuestro, sus ojos brillan con la intensidad de estrellas fugaces en la noche de San Lorenzo como si taladraran la oscuridad de lo desconocido para morir en el hallazgo de una nueva idea magna o de una intuición de gloria. 

💥💥Un día su estilo ardiente y combativo, que hoy arrasa la mediocridad, iluminará el mundo con sus mentes incandescentes.

CUR

Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio

 Emérito UCJC


 💥NUESTRO LEMA💥