vuelo del Apolo 13
Los medios de comunicación se hicieron eco enseguida de la situación por la que estaban pasando los astronautas del Apolo 13, Jim Lovell, Jack Swigert, y Fred Haise. La expectación fue enorme. El rescate recibió más atención de la opinión pública que cualquier otro vuelo espacial hasta ese momento, aparte del primer aterrizaje del hombre en la Luna con el Apolo 11. Se publicaron titulares sobre el hecho en todo el mundo.
Gene Kranz. Director de vuelo de la NASA
El incidente fue seguido por millones de personas a través de la televisión, y despertó el interés mundial de nuevo en el programa Apolo; también la solidaridad de otras naciones con capacidad de colaborar de alguna manera, que ofrecieron ayuda en caso de que la nave tuviera que amerizar en otro lugar. Incluso, la Unión Soviética, el gran adversario de EEUU en la carrera espacial, dirigió cuatro barcos a la zona de amerizaje para colaborar por si era necesario.
El papa Pablo VI encabezó una congregación de diez mil personas para rezar por el regreso seguro de los astronautas. En la India se llegaron a reunir cerca de cien mil en una celebración religiosa por la misma causa. El 14 de abril, el Senado de los Estados Unidos aprobó una resolución instando a las empresas para hacer una pausa a las 21:00 h, hora local, para permitir la oración de los empleados. Se estima que unos cuarenta millones de estadounidenses vieron el amerizaje del Apolo 13, retransmitido por tres cadenas, además de los millones en otros países que vieron programas sobre este acontecimiento.
S.S. Pablo VI Los astronautas del Apolo 13 fueron los más sorprendidos de esta expectación puesto que no eran conscientes del interés mundial que estaban despertando. Queda bien plasmado en la carta que Jim Lovell escribiría en una revista posteriormente, en 1975: “Nadie me cree, pero durante esta odisea de seis días no teníamos ni idea de la impresión que el Apolo 13 causó en la gente de la Tierra. Nunca soñamos que mil millones de personas nos siguieran por televisión y radio, y leyeran sobre nosotros en los titulares de todos los periódicos. Tampoco nos dimos cuenta a bordo del portaaviones Iwo Jima, que nos recogió, porque los marineros habían estado tan alejados de los medios de comunicación como nosotros. Hasta que llegamos a Honolulú no fuimos conscientes de nuestro impacto: allí encontramos al presidente Nixon y al administrador de la NASA, Dr. Paine, dándonos la bienvenida, junto con mi esposa Marilyn, la esposa de Fred, Mary –que, al estar embarazada, también tenía un médico a su lado por si acaso–, y a los padres del soltero Jack, en lugar de sus habituales azafatas.”
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La tripulación del Apolo 13 en el acto de homenaje
Tras su regreso, la tripulación se planteaba escribir un libro, pero finalmente, todos se fueron de la NASA sin empezarlo. Cuando Lovell se retiró en 1991, el periodista Jeffrey Kluger le animó para que escribiera un relato de no ficción sobre la misión. Swigert había muerto en 1982, y Haise ya no estaba interesado en el proyecto. El libro se publicó en 1994 con el título Lost Moon: The Perilous Voyage or Apollo 13.
Y en 1995 se estrenó una adaptación cinematográfica del libro, Apolo 13. Fue dirigida por Ron Howard y protagonizada por Tom Hanks en el papel de Lovell, entre otros. Tanto Lovell como Gene Kranz, director de vuelo, y otros directivos de la NASA afirmaron que la película describe los sucesos con una” precisión razonable”, a pesar de que se concedieron la licencia de cambiar el tiempo verbal de la famosa frase de Swiger: “Houston, hemos tenido un problema” por “Houston, tenemos un problema”. La película tuvo nueve nominaciones a los Óscar, de los cuales recibió dos.
Universidad de Vigo







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