¿QUÉ EUROPA?
El 25 de diciembre, en Roma, en la Navidad del año 800, las palabras del papa León III, con las que coronaba a Carlomagno eran más que palabras, fueron el primer vagido de la Europa que estaba naciendo en aquellos precisos momentos: "A Carlos Augusto, coronado por Dios, gran pacífico emperador de los romanos". Nacía una criatura inmensa y delicada. No es que se restaurase el Imperio romano, se instauraba la Europa cristiana, es decir, nacía Europa. Irrumpía en el mundo, tras una gestación ya de siglos, la Cristiandad.
La conciencia de Europa comienza entonces su despliegue histórico, como posible unidad, en un momento cumbre de la Edad Media.
El Cristianismo, que en esa fecha se había puesto en pie como organismo, venía a infundir vida real, social, política y cultural a la inmensa realidad que era la Edad Media.
El monje y el caballero venían a ser en ese tiempo las dos piernas similares del caminar de la recién nacida Europa. El monje era el caballero con plena conciencia de su vinculación religiosa. En cuanto se aproximaba a la santidad y actuaba como santo, en Europa, expresaba con su vida, oración y trabajo, una forma divina de heroísmo y señorío. Y la caballerosidad del caballero venía a ser la dimensión secularizada de aquella aspiración del monje a la santidad. Si este levantaba monasterios, el caballero cristiano levantaba castillos. En aquellos y en estos borbolloneaba en esencia, cálida y fecunda, la vida que se derramaba por toda la geografía de Europa.
En verdad que reconoce la Historia cierta, la que se atiene a los hechos reales, el hombre medieval no rehuía su condición terrena, sino que se salvaba en ella. Lo que no le iba, por más que se repita gratuitamente, es lo que hoy entendemos por talante o mentalidad medieval.
El Medievo de hecho, es más europeo, en muchas cosas, que los tiempos nuestros. Y eso, porque conoce y sabe de buena fuente que no es la Naturaleza ni la Historia las que nos liberan y logran como personas y sociedad sino el Espíritu.
Y si Europa subsiste es por sus europeos con espíritu, por su estilo personal de vida y por sus valores sociales. Solo ellos y sus monjes, caballeros, labriegos del campo y hombres del burgo... son los que dotan de alma a sus monasterios y catedrales, a sus castillos y burgos, a sus palacios y a sus cancillerías.
En cuanto se organiza un sistema europeo de rango económico, técnico, industrial, artístico, literario, en esa medida se toma conciencia de la unidad europea. Pero solo se consolida y reafirma Europa como unidad en cuanto mantiene su Espíritu vigente y vivificador, que fundamentalmente llamamos Cristianismo.
CARLOS URDIALES RECIO
Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio
Emérito UCJC






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