Tras la Regla de San Benito, a imitación suya,
surgen reglas propias que organizan
la vida de los caballeros cruzados...
"Estas son las cosas por las que los hermanos pierden sus hábitos si son encontrados culpables, de lo que Dios les guarde”.
599. La vigésima es si un hermano niega el pan y el agua de la casa a otro hermano que viene o va, de tal manera que no le deja comer con los otros hermanos, y entonces no puede conservar el hábito, porque cuando un hombre es hecho un hermano se le promete el pan y el agua de la casa, y nadie puede privarle de ellos, a menos que el pecado le prive de ellos.
La vigésimo primera es si un hermano fuerza un cerrojo sin el permiso de aquél que puede darlo, y ningún daño se deriva de ello, y entonces el hábito queda a la discreción de los hermanos, ya sea para despojarlo de él o para permitir que lo conserve.
600. La vigésimo segunda es si un hermano presta su caballo a otro hermano sin permiso, para llevárselo a cualquier sitio al que él no puede ir sin permiso, y el caballo se pierde o queda herido o muere, y entonces el hábito queda a la discreción de los hermanos, ya sea para despojarlo de él o para permitir que lo conserve.
La vigésimo tercera es si un hermano causa pérdidas de cuatro dineros o más a la casa a sabiendas o a través de algo que no hubiera debido hacer, y entonces el hábito queda a la merced de los hermanos, ya sea para despojarlo de él o para permitir que lo conserve.
601. La vigésimo cuarta es si un hermano va de caza y algún daño se deriva de ello, y entonces el hábito queda a la merced de los hermanos, ya sea para despojarlo de él o para permitir que lo conserve.
La vigésimo quinta es si un hermano prueba sus armas y equipo y algún daño se deriva de ello, y entonces el hábito queda a la discreción de los hermanos, ya sea para despojarlo de él o para permitir que lo conserve.
José María Casillas Gómez
Economista
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