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EL PASTOR
Al fin llega el pastor a la majada. Viene, viene muy cansado porque ha tenido que caminar muchísimo para llevar sus rebaños a comer unos buenos y abundantes pastos. En la majada ya están varios pastores hablando y comentando cuanto les ha sucedido.
El pastor busca un sitio cerca de la lumbre encendida. Se sienta y participa de la charla. Allí se siente a gusto, está entre amigos, y al calor del fuego se siente reconfortado.
Ha tenido un día tan duro, tan complicado, que apenas ha comido. Por eso lleva en su zurrón sus riquísimas tortas, las deliciosas tortas que elabora su esposa y que gustan a todos los que las prueban. En el pueblo no paran de preguntarle cómo las hace, qué les pone para que estén tan exquisitas.
Ella tan humilde, tan dulce como es, dice que las hace con mucho cariño, que cree que ese puede ser el ingrediente secreto. Y el pastor sabe que es verdad, porque el amor puede hacer prodigios. Por todo ello al pastor le encantan estas tortas y, como además es goloso, para él no hay mejor manjar.Está deseando comérselas. Pero piensa que va descansar un poco.
-Y después me las tomo. Quiero paladearlas con tranquilidad, disfrutando plenamente de todo su sabor.
Poco a poco la charla se va acabando y todos comienzan a adormecerse.
Todo está en calma. Y de repente surge una luz sobrenatural, más potente que la del sol, una luz que nunca jamás habían visto, una luz que les inundaba, los envolvía, como esa claridad majestuosa en plena madrugada. A los pastores les invade el miedo, algunos se cubren el rostro con su mano, otros caen de rodillas en tierra. Pero al instante una voz celestial les tranquiliza.
- No temáis, vengo a anunciaros una Buena Noticia. Os ha nacido el Salvador en la ciudad de Belén. Esto os servirá de señal: encontraréis a un Niño envuelto en pañales, reclinado en un pesebre. Él es el Cristo que esperabais.
El ángel se marcha. Los pastores se abrazan y felicitan llenos de júbilo.
Murillo
- Vamos pronto a Belén a ver a aquel Niño. Llevémosle regalos.
Aquello era un revuelo. Todos quieren llevar buenos presentes. Y se afanan en buscar y elegir.
-Yo le ofreceré esta magnífica oveja.
- Yo, un buen cordero.
El pastor mira en derredor, piensa y dice:
- Yo le llevaré lo mejor que tengo en este momento, mi particular tesoro, le llevaré mis tortas.
Y colorín, colorín, ¡Navidad feliz!
TELESFORO MORENO PÉREZMaestros. Cuentacuentos. Radio
¡¡¡Los cuentos del abuelo!
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