131 Al encuentro de lo sagrado

 


 DE UN HIMNO DE SAN EFRÉN 

EL SIRIO SOBRE LA NATIVIDAD 

(V)

 


A lo mejor, si queremos revitalizar el concepto de Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo en este rincón del Universo, nos queda un recurso nada fácil para occidentales, pero a mano y muy valioso: asomarnos al mundo oriental, contemplativo, intuitivo, personalizante (el sirio de San Efrén, por ejemplo) y volver a libros como la Didajé o a documentos, oraciones, himnos y liturgias de los primeros siglos del Cristianismo. Cuando la huella de lo vivido y vivo aún estaba reciente y conservaba aún el calor de su maravilla humana y divina.

Entresacamos unas estrofas de uno de los himnos de San Efrén, en este caso sobre la Natividad, el IV (1). Nos acerca en él a Jesús niño, a su Madre y al ambiente de Nazaret. Quizá nos falta hoy esto, que nos acercaría su inefable realidad de Misterio.

 


 María pudo tejerle una túnica y vestirle,

porque él se había despojado de su gloria.

Pudo tomarle las medidas para tejerla,

porque él había reducido su magnitud. (188)


Le veían por las calles

como a un niño,

mientras moraba en él

el Amor que ama todas las cosas. (195)


En el mundo visible

le rodeaban los niños por la calle;

pero en el invisible

le rodeaban con temor los ángeles. (196)


Disfrutaba entre los niños,

como un crío pequeño;

pero era temido entre los ángeles,

como un soberano. (197)


(1) Texto de San Efrén: gentileza de Francisco Javier Martínez Fernández, arzobispo emérito de Granada, que nos lo tradujo directamente del siriaco. 


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