RELACIONES DE GÉNERO EN LA NARRATIVA CELIANA
HETEROSEXUALIDAD
Fidelidad e infidelidad (IV)
La infidelidad persistente
conduce al abandono. Gus Corasl Kendall estuvo en la cárcel porque
su señora se escapó con la caja en mal momento. Y Teresita
del Niño Jesús Gandarela, que lleva el pelo a lo garçon y fuma
delante de los hombres, abandonó a su esposo y se fue a
Sarriá con un zurupeto que baila muy bien el tango y el foxtrot, se
conoce que estaba harta de la cojera de su marido; la verdad es que
hay mujeres que ni se las piensan.
El caso de Victorita es bien distinto. Paradójicamente, su amor y generosidad pueden traducirse en infidelidad. La criatura está harta de calamidades… Tiene el novio enfermo y quiere comprarle medicinas. Doña Ramona busca sacar tajada y actuar de Celestina en favor de don Mario, hombre mayor que pretende los favores de la joven. Estas enamoradas son las más fáciles –le comenta-, ya verá usted. Esto es pan comido. Victorita siente la necesidad de sincerarse con Paco, su novio: A Victoria se le puso la voz gangosa, como si estuviera bebida. –Yo, sí. Una mujer joven, por fea que sea, siempre vale dinero. -¿Qué dices? Victoria estaba muy tranquila. –Pues lo que oyes. Si te fueses a curar me liaba con el primer tío rico que me sacase de querida. A Paco se le subió un poco el color y le temblaron ligeramente los párpados. Victoria se quedó algo extrañada cuando Paco le dijo: Bueno. Pero en el fondo, Victoria lo quiso todavía un poco más.
También Celestino, dueño de un bar, sabe de la desesperación de la muchacha y no duda en abordarla en cuanto tiene ocasión: A Celestino se le subió la sangre a la cabeza. -¡Tú vales un imperio! -¿Y veintidós pesetas? Celestino se abalanzó sobre la muchacha. –Cóbrese usted los cafés del señorito Martín. Por la trastienda del bar de Celestino Ortiz, pasó como un ángel que levantase un huracán con las alas. -¿Y tú por qué haces esto por el señorito Martín? –Pues porque me da la gana y porque lo quiero más que a nada en el mundo; a todo el que lo quiera saber se lo digo, a mi novio el primero. Petrita, con las mejillas arreboladas, el pecho palpitante, la voz ronca, el pelo en desorden y los ojos llenos de brillo, tenía la belleza extraña, como de leona recién casada.
Las prolongadas ausencias del esposo pueden conducir a la infidelidad de la mujer. La ausencia de Pascual Duarte llevó a Lola a acabar cediendo a las pretensiones del Estirao, a mantener relaciones con él y a quedar embarazada. La situación al regreso de Pascual resultó verdaderamente angustiosa. Así lo refiere el propio marido traicionado: Lola se echó a llorar amargamente. Con un hilo de voz confesó: -Voy a tener un hijo. -¿Otro hijo? –Sí. Yo me quedé como asustado. -¿De quién? -¡No me preguntes! -¿Que no te pregunte? ¡Yo quiero preguntar! ¡Soy tu marido! Ella soltó la voz. -¡Mi marido que me quiere matar! ¡Mi marido que me tiene largos años abandonada! ¡Mi marido que me huye como si fuera una leprosa! Mi marido… -¡No sigas! Sí, mejor no seguir, me lo decía la conciencia. Mejor era dejar que el tiempo pasara, que el niño naciera… Los vecinos empezarían a hablar de las andanzas de mi mujer, me mirarían de reojo, se pondrían a cuchichear en voz baja al verme pasar… Algo más adelante, más serenos ambos, la actitud de Pascual se torna más comprensiva: Te perdono, Lola. Pero me lo vas a decir… -Sí. Estaba pálida como nunca, desencajada; su cara daba miedo, un miedo horrible de que la desgracia llegara con mi retorno; la cogí la cabeza, la acaricié, la hablé con más cariño que el que usara jamás el esposo más fiel; la mimé contra mi hombro, comprensivo de lo mucho que sufría, como temeroso de verla desfallecer a mi pregunta.
Desplazado y en acto de servicio estaba el brigada de carabineros cuando su señora, aprovechando la ausencia, se fue de picos pardos. Una noche, en el tambucho que dicen Maxim’s Golfo, en el pasadizo de San Ginés, la Amanda le tiró una taza de recuelo hirviendo que le alcanzó en mitad de la cara y le produjo quemaduras de cierta consideración de las que la señora del brigada no quiso que la atendiesen en la casa de socorro para evitar explicaciones. En “Oficio de tinieblas 5”, se narra la experiencia –no sabemos si esporádica o no- de la mujer infiel en ausencia del esposo: …y vi entre los simples un joven… falto de juicio que pasaba por la calle… le sale al encuentro una mujer… sus pies no sabían estarse en casa… lo asió y le besó… tenía que ofrecer un sacrificio… por eso he salido a tu encuentro… mi marido no está en casa… y no volverá hasta el plenilunio. Y la del ‘marido de tu abuelita’, que murió en la guerra y al que ‘tu abuelita’, su esposa, mandó decir cien misas de réquiem una por cada manojo de cinco cuernos gloriosos y triunfales.
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación y estudioso de Cela
Emérito UCJC








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