131 Cuentos del abuelo

 

                  ¡Los cuentos del abuelo!

Cuentos de Martín y Telesforo 

           


       LA CASITA DE CHOCOLATE

 https://www.dropbox.com/scl/fi/qatxyqgs9g2fnkq60dhm6/LCDA-La-Casita-de-Chocolate.mp3?rlkey=sfljb0pn8boaqizo3jmlynqk8&st=66nvr8jl&dl=0



Esto era una vez un matrimonio que tenía dos hijos, Periquito y Mariquita. Eran pobres, pero vivían felices.   Sucedió que uno de tantos días que iban a buscar hierba al campo para alimentar a sus conejillos se desató una gran tormenta.

Buscaron un lugar donde refugiarse y después de andar y andar vieron una casita.

- ¿Sería una fantasía de niños?

- ¡Qué fantasía ni fantasía! ¡La casita era de chocolate, con las ventanas de turrón!

     
                             

Periquito, temeroso, lanzó una piedra y ¡puuum!, saltó un trozo de chocolate.

Quisieron comer caramelos y rompieron un cristal de la ventana.

Y de pronto apareció por la puerta una viejecita con un vestido negro y un pañuelo también negro que cubría su cabeza.

¿Quién se come mi casita?

Los niños asustados se morían de miedo. Pero la vieja, que era una bruja mala, muy mala, los tranquilizó.

Fíjate si era mala que se comía a los niños que se perdían en el bosque.

- ¡Ja, ja, jaaa!

 

- Niños, pasad, pasad.

Los metió en la casa y atrancó la puerta con un grueso tronco de madera. 

Cuando los tenga bien gorditos, me los comeré con patatas fritas.

A Periquito lo metió en una jaula estrecha. Y a Margarita le obligó a hacer las tareas de la casa.

Así pasaron muchos muchos días, viviendo con aquella malvada bruja.

Por las mañanas a través de los barrotes de la jaula tocaba los dedos de Periquito a ver si había engordado.

Las brujas tienen buen olfato, pero son cortas de vista. Por eso no se daba cuenta de que el niño en lugar de sacar un dedo sacaba el hueso de una pata de gallina.

La bruja decía:

- Bah, todavía está canijo.

Pero por fin un día muy enfadada le dijo a Marquita:

- Prepara el horno y échale mucha leña, porque hoy quiero comerme a tu hermano, esté gordo o flaco.

Mariquita muy triste le dijo a la bruja:

- Señora, no sé bien cómo abrir y cerrar la puerta.

Refunfuñando, agarró a la niña por el brazo y acercándose a la puerta le dijo:

 

- Aprende de una vez, torpe, así se cierra y así se abre. En este mismo momento, Mariquita empujó a la bruja tan fuerte, que esta cayó de bruces al horno y rápidamente cerró la puerta. La bruja se achicharró.

Mariquita fue corriendo a la jaula, abrió la puerta y emocionada abrió a su hermano. Corrieron, corrrieron y corrieron, vieron los tesoros que guardaba la bruja y con la ayuda de un buen leñador pudieron volver a su casa.

Sus padres, que habían pasado muchos días llorando, saltaban de alegría mientras abrazaban a sus hijos.

Y colorín colorado, querido nieto, este cuento se ha acabado.

 

                                    TELESFORO MORENO PÉREZ

Maestros. Cuentacuentos. Radio


                         ¡¡¡Los cuentos del abuelo!!!

                                    

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