113. Ejercicio y morfología del corazón
Como todos sabemos, el corazón es una bomba de fluidos que impulsa y mantiene la dinámica de la circulación sanguínea. Y también sabemos que está compuesto de tejido muscular, como cualquier otro músculo del aparato locomotor, aunque con una diferencia: tiene también un sistema de mallas de tejido nervioso que recorren todo el órgano. Es el tejido cardíaco.
Esta configuración del tejido cardíaco es la que permite su contracción automática; esto es, involuntaria. Desde el nodo sinusal, situado en la zona de la aurícula derecha –donde se origina el impulso eléctrico–, se transmiten impulsos nerviosos de contracción a todo el tejido de manera sincronizada y armoniosa. Es un marcapasos cardíaco natural. La contracción se denomina sístole; durante unos instantes no puede volver a contraerse: es el periodo refractario; el corazón se mantiene relajado: es la diástole. Si le entra a la aurícula suficiente volumen de sangre, se contrae automáticamente. Así mismo, tiene la capacidad de expulsar toda la sangre que le entra: ley del corazón. A la cantidad de sangre bombeada por el corazón en un minuto se le denomina gasto cardíaco.1
La contracción está influenciada por el Sistema nervioso autónomo, compuesto por el sistema simpático y el parasimpático. El primero acelera su frecuencia de contracciones, y el segundo, la frena.
El aumento de la frecuencia cardíaca viene dado por las demandas del propio organismo cuando se genera un estrés. El agente estresante puede ser tanto físico, emocional o químico. El ejercicio físico, entre otros agentes estresantes, rompe el equilibrio homeostático, o de equilibrio fisiológico, y estimula el aumento de su frecuencia.
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| Texas Heart Institute2 |
La dinámica de circulación sanguínea en el corazón es la siguiente: la sangre venosa entra por la aurícula derecha y pasa al ventrículo derecho; éste, al contraerse, impulsa la sangre a los pulmones para su oxigenación; de éstos, pasa a la aurícula izquierda; de ella, al ventrículo izquierdo, y éste, envía la sangre oxigenada a todo el cuerpo. Existen cuatro válvulas dentro del corazón para impedir el retorno de la sangre.
Hipertrofia del corazón de atleta
Cuando el ejercicio al que nos sometemos es sistemático y mantenido en el tiempo, se producen los ajustes adaptativos que conforman la estructura del órgano, tanto en el aspecto eléctrico como en el mecánico.
Y estos ajustes consisten en una bajada de la frecuencia cardíaca en reposo –bradicardia sinusal– y en el aumento del volumen cardíaco: hipertrofia adaptativa. Todo el órgano se agranda, llegando a alcanzar un 35% más en un corazón entrenado,3 pero especialmente, se agranda el ventrículo izquierdo. Se forma el llamado corazón de atleta.4
Durante un tiempo se tendía a confundir esta hipertrofia adaptativa con un corazón enfermo; diagnóstico ampliamente superado. Una de las diferencias fundamentales entre el corazón de atleta y el corazón hipertrofiado patológicamente reside en la vascularización coronaria –la que alimentan al propio corazón– y en la asimetría de la hipertrofia.5 En el corazón del deportista se ha podido demostrar un aumento del calibre de los vasos coronarios y de su flujo sanguíneo. Ello se traduce en una mejora de la irrigación del corazón del deportista tanto en reposo como durante el ejercicio, lo que no ocurre en la miocardiopatía hipertrófica.5 Esto es, se produce un aumento de la densidad capilar que es proporcional al engrosamiento de la pared del miocardio; aspecto que diferencia la hipertrofia fisiológica de la patológica.3
Sin
embargo, no todos los tipos de ejercicios físicos provocan la misma
respuesta cardíaca. El corazón responde según el tipo de estímulo
al que se le somete. Principalmente, responde a la intensidad de la
actividad que se realiza. Esto es, según sea el tipo de ejercicio
físico practicado, su morfología se desarrollará de una manera
diferente. Básicamente, hay dos clases de hipertrofia: por
sobrecarga de presión
y por sobrecarga de volumen.5
La hipertrofia por sobrecarga de presión en halterófilos y en otros deportistas que entrenan la fuerza de manera intensa –con ejercicio esencialmente anaeróbico–, el grosor de las paredes ventriculares del corazón aumenta, sin aumento significativo de la cavidad interna. Es lo que se denomina hipertrofia concéntrica.5
En cambio, la hipertrofia por sobrecarga de volumen se produce en los deportistas de resistencia aeróbica al aumentar su volumen cardíaco y el diámetro de las cavidades por alargamiento de las fibras musculares del órgano, con un aumento proporcional del grosor de las paredes ventriculares.5 Es lo que se conoce como hipertrofia excéntrica; permite que estos deportistas tengan un mayor volumen cardíaco con paredes relativamente estrechas, puesto que el corazón es capaz de mover más sangre con cada contracción: volumen sistólico.
Los atletas que realizan entrenamiento de resistencia de larga duración tienen un corazón más grande y con mayor volumen diastólico que atletas de modalidades que recorren cortas distancias a alta velocidad, o deportistas cuya práctica se basa en esfuerzos breves pero intensos; también, mejor que los individuos sedentarios.
Teóricamente, y con muchos estudios demostrándolo, se puede afirmar con certeza que el corazón de un practicante regular de ejercicio físico es más saludable, más eficaz y está corriendo menor riesgo, en comparación con el de una persona que lleva una vida sedentaria.6
Francisco Sáez Pastor Universidad de Vigo
Fuentes consultadas
1. Jiménez Sánchez, R. Fundación para la Formación e Investigación Sanitaria de la Región de Murcia. Volemia y circulación: regulación hemodinámica. (Internet). [Consultado: 29 de octubre de 2015] Disponible en: http://www.ffis.es/ volviendoalobasico/tema_2_ volemia_y_circulacion_regulacion.
2. Texas Heart Institute. Centro de información del corazón. Anatomía del corazón. [Consultado: 10 de septiembre de 2016]. Disponible en: http://www.texasheart.org/HIC/Anatomy_Esp/anato_sp.cfm
3. Córdova Martínez, A. La batalla del corazón ¿Cómo entrenarlo? Soria: Editorial MIC, 2015
4. Peidro, R.M. El corazón del deportista. Halladgos clínicos elestrocardiográficos y ecocardiográficos. Revista Argentina de Cardiología. 2003; 71: 126-137.
5. Carreira, B. El corazón y su adaptación al ejercicio físico. Buena Forma. (Internet). 9 junio 2011. [Consultado: 6 de septiembre de 2015]. Disponible en: http://www.buenaforma.org/ 2011/06/09/corazon-adaptacion-ejercicio/
6. Bagnara, I. C. Adaptaciones cardiovasculares al ejercicio físico: Una revisión de la literatura. Efdeportes.com. (Internet). 2010. [consultado: 15 de septiembre de 2015]. Año 15, Nº 148. Disponible en: http://www.efdeportes.com/efd148/adaptaciones-cardiovasculares-al-ejercicio-fisico.htm


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