
A VUELTAS CON EUROPA
No está de más que volvamos una y otra vez sobre Europa. Ocupándonos de Europa se nos ahondan nuestras raíces españolas, lo que es bueno para España, para Europa y para el mundo.
España, como todo país sobre la Tierra, cumple o ha de cumplir la misión universal que le exige la Historia. Si el hombre es un animal político -el apunte es de Aristóteles – es decir, un animal social, también las sociedades han de prestar sus servicios a los de los pueblos de su entorno, entiéndase, a toda nación y sociedad.
Para empezar, todos estamos plantados sobre el mismo planeta. A él nos debemos inicialmente.
El rico tesoro que la Historia, en definitiva Dios, le dio a Europa no es para que lo entierre en un agujero del planeta Tierra, en espera de las cuentas que se le pidan al fin de los tiempos. Ha de iluminar el Cosmos de Dios con todo el esplendor de luz de la realidad de la Encarnación del Verbo, que cambió la marcha del Cosmos. El mundo es otra cosa tras la Encarnación, la Pasión y la Resurrección del Hijo de Dios.

Y como quiera que las categorías intelectuales de la mentalidad europea fueron aptas para la captación y expresión de la doctrina evangélica y de la cosmovisión cristiana, pesa sobre nuestras espaldas más que sobre otras la misión y nuestros pies han de ponerse ya en marcha hacia la Europa que soñamos y ha de sintonizar con la gigantesca armonía del Universo. Nada menos.
CARLOS URDIALES RECIO
Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio
Emérito UCJC



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